Capítulo Aragua

lunes, 31 de julio de 2017

Ancianatos un lujo de la tercera edad

Ancianatos un lujo de la tercera edad

Son las tres de la mañana. Lucía Bolívar de 35 años de edad se despierta todos los días a la misma hora. Los gritos y golpes incesantes de su madre Mildred de Bolívar, de 80 años, funcionan como una alarma permanente producida por su ya avanzado Alzheimer.
Son las cuatro de la mañana. Lucía trata de tranquilizar a su madre evitando despertar a sus dos hijos: Pablo de ocho años y Juan de cinco. Con mucha insistencia y ya  con los ojos llorosos al no reconocer a su mamá en ese estado, logra que se quede dormida con la ayuda de una pastilla que funciona como sedante.
El reloj ahora marca las cuatro y treinta. Lucía aprovecha el tiempo para limpiar alguna cosa sucia que quedó del día anterior. A las cinco y media se baña con agua caliente para refrescar su mente después del trágico episodio, se viste, se peina, ya a la seis y diez despierta a sus hijos.
Luego de preparar la merienda despide a los niños que van camino al  colegio. La mañana avanza son las seis y cuarenta, la señora Mildred se halla en un sueño profundo ajeno a cualquier dura realidad, ni el sonido del timbre de la puerta logra despertarla. Lucía abre para recibir a su prima Camila Ochoa que se encargará de cuidarla, ella se ofreció debido que es ama de casa y aprovecha el tiempo sirviendo a los demás.
Lucía explica todos los días a Ochoa lo que debe hacer con su madre: despertarla a las nueve de la mañana para tomar su medicamento, bañarla con agua caliente para que no se resfríe, servirle el almuerzo a las doce en punto o empezará a gritar, bajarla al patio para caminar y prepararla para dormir la siesta de las tres de la tarde.
Ya son las siete, una Lucía cansada toma el metro para ir a trabajar, va todo el camino pensando en cómo puede ayudar a su madre si las soluciones son escasas. Contratar a una enfermera es muy caro, un geriátrico no porque su madre no posee pensión por el Seguro Social y un ancianato privado se sale de su presupuesto: solo cobra sueldo mínimo en sus dos trabajos.
Los altos costos de los ancianatos, casas hogares o geriátricos han producido que las personas no puedan adquirir  de estos servicios.
Pocas opciones para grandes decisiones
“¿Público o privado?” Es la pregunta que se hace una persona cuando desea ingresar a un familiar a un ancianato. La elección a simple vista puede resultar sencilla, sobre todo si se anhela adquirir un servicio especializado y de buena calidad. Pero el factor económico es el que tiene la última palabra sobre ésta gran decisión.
Para ingresar a un ancianato privado se requiere de una gran capacidad monetaria, además de que estos lugares son los que ofrecen los mejores servicios de cuidados y atención médica. Por ejemplo, la Villa Alfonsina casa hogar en el Marqués cobra por una habitación doble 6300Bs. mensual más 1500Bs. por inscripción si es la primera vez para el paciente, por un cuatro individual tiene un costo de 7500Bs. más sus respectivo 1500Bs. de inscripción. Como requisito se pide un informe médico actualizado, un perfil 20 y una placa de tórax para ver si el paciente es apto de pertenecer en el lugar.
Casa hogar Villa Felicidad de San Bernardino es más económica. Cada habitación tiene un costo de 5.500Bs mensual y si se desea pagar por un fin de semana cada día son 150Bs.También debe cumplir con los requisitos para el ingreso.
Las casas hogares y los ancianatos privados ofrecen al público los mejores servicios como enfermería, comida balanceada, recreación, áreas de juegos, patios, club de los abuelos, viajes entre otras actividades. Pero solo las personas con gran poder adquisitivo son las que tienen los alcances para comprar estos servicios.
Para Lucía Bolívar es un sueño recurrir a estos lugares, ella gana en sus dos trabajos sueldo mínimo 1780, 84Bs.F según la nueva Ley Orgánica del Trabajo, es decir, 3561,68Bs, por lo que no le alcanza ni para cancelar un mes. Los ancianatos no ofrecen la posibilidad de un pago financiando o por cuotas, lo que los hace menos accesibles.
“Gaste todo lo que tenía”
Sara Molero es una doctora de 50 años de edad especialista en dermatología, hace tres años ingresó a su padre Tomás Molero de 89 años a la residencia clínica San Miguel del Paraíso. Su padre había sobrevivido a doce  accidentes cerebrovasculares, ya requería de constantes cuidados personales y la mala actitud que tomaba en el día hacía imposible el cuidado en la casa.
Molero comenta con gran suspiro y con lágrimas a punto de caer en cualquier momento por su rostro que esos tres años fueron los peores de su vida. A pesar de que se contaba con todos los servicios de la clínica, ella observaba cómo la institución absorbía las energías de su padre físicas como mentales. Comenta que su papá ingresó el primer día caminando, pero que luego únicamente lo dejaban movilizar por sillas de ruedas. Las comidas no se ofrecían en los horarios correctos (la cena es a la 4:00 pm), la cama no era la adecuada para personas de la tercera edad y los pacientes no gozaban de áreas grandes comunes.
Molero afirma que esto no se incluyó en la tarjeta de presentación del geriátrico o cuando fue a conocer la clínica por primera vez. Menciona que en todos los ancianatos cobran muy caro por servicios que no se cumplen.
Durante los tres años Molero pagó 3000Bs mensual por lo que gastó aproximadamente 200000Bs, debido que también tuvo que pagar por los medicamentos, pañales, lencería y un fisioterapeuta que ayudaba con la movilidad del señor Tomás. “Me estremecía y me daba mucha lástima cuando veía que mis ahorros y los de mi papá que tenía desde que yo era pequeña se gastaron de un día para otro, gasté todo lo que tenía en un servicio que yo no le podía ofrecer”, comentó Molero ya con lágrimas recorriendo su cara y tratando de tragar por un nudo que reposaba en su garganta.
Molero en muchas ocasiones pensó en contratar a una enfermera que se encargara de su padre en casa, todas las personas que contactó cobraban 300Bs.F diarios y mensual 9300Bs.F. “Es desagradable cuando debes ponerle un precio a un ser querido tan importante como es un padre, pero no contaba con el dinero para darle los mejores cuidados”, comentó por último Molero.
El Señor Tomás Molero falleció a principios del 2011.
Tratar por el seguro
Hay ancianatos que funcionan a través del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), para ingresar se necesita que la persona esté pensionada o asegurado por el seguro, adquirir un informe médico adscrito por la institución, esperar que se envíe al trabajo social del hospital, para así finalmente optar por la solicitud. Todo este procedimiento puede tardar aproximadamente un año si es aprobada.
En el país funcionan 33 ancianatos de este tipo y exclusivamente tienen capacidad para tres mil camas, si lo comparamos con los datos del último censo nacional elaborado en 2011 por el Instituto Nacional de Estadística (INE) la población de personas mayores es de 32,4 personas por cada 100 personas menor de 15 años. Tomamos en cuenta que no todas necesitan los servicios de cuidados, sin embargo, las camas disponibles no satisfacen a las necesidades de la población.
Pedro Tovar es un taxista de 40 años de edad, tiene desde el 2009 tratando de ingresar a su madre Teresa de Tovar de 88 años, a un ancianato del Seguro Social. Sus peticiones han sido rechazadas tres veces porque no hay cupos disponibles.
La señora padece de diabetes desde los 50 años y con el pasar del tiempo fue perdiendo la visión, solo reconoce sombras de día y de noche no ve. A pesar de estar pensionada por el seguro y tener sus informes médicos actualizados el seguro, no puede aprobar el caso.
Pedro Tovar es soltero trabaja medio día para cuidar a su mamá, afirma que cada día es un reto debido que su madre  se está debilitando muy rápido. “Hago por lo menos diez carreras en la mañana y luego me regreso a la casa, toda la tarde se la dedico a mi mamá. Soy hijo único y me toca luchar solo (suspira y cambia la mirada). Antes mi papá me ayudaba, pero él falleció el año pasado”, comentó Pedro.
El señor Tovar espera que pronto el Servicio Social pueda ofrecerle un cupo a su madre. Sabe que debe pagar por los servicios extras cuando ingrese al ancianato pero mencionó que tendrá tiempo para trabajar doble turno y ganar más dinero.
El doctor Luis Martínez director de la residencia Clínica San Miguel, afirma que solo pueden recibir pacientes referidos por el Seguro Social sin ninguna excepción. La institución tiene capacidad para 54 personas y los cupos que se desocupan se llenan rápidamente. “Siempre hay una persona esperando por un cuarto, las necesidades de los familiares hacen que recurran a nosotros pero sin referencia no se pueden atender”, informó el doctor.
Un poco más para ofrecer
El gobierno del Distrito Capital administra varias casas hogares, entre ellas la casa El Conde ubicada en San Agustín del Norte. Varios cuadros del presidente Hugo Chávez Frías dan la bienvenida a cada visitante. Viejitos subiendo y bajando te demuestran que acabas de llegar a una casa de cuidados, con sus muletas y andaderas  piden un tímido permiso porque  se les hace tarde para llegar al comedor, son las doce en punto.
El Conde es un centro de integración y atención social ofrece servicios educativos, médicos (psicologías, odontología y nutrición), enfermería, camarería, paseos y actividades de recreación como el club de los abuelos. Se atienden a las personas de forma gratuita y no se requiere de pagos mensuales o para inscripción, sin embargo se necesitan los informes médicos del paciente que se pueden hacer en el mismo lugar.
La finalidad de este centro es atender a las personas mayores de edad que no poseen los recursos necesarios para costearse un servicio privado. Tiene capacidad para recibir a 80 personas en especial aquellas que no tienen familias.
De un paso a la solución
Los altos costos de los ancianatos, casas hogares o geriátricos han producido que las personas no puedan disfrutar de estos servicios. Los precios superan a lo que una persona puede ganar con sueldo mínimo. Para poder pagar un ancianato privado se requiere de por lo menos tres veces un sueldo mínimo.
Los familiares creen que el gobierno nacional e instituciones privadas deben ofrecer mejores herramientas para tener accesos a estos servicios, además de construir y crear nuevas casas hogares que funcionen con la misma metodología de El Conde o cualquier ancianato privado, para que así se pueda brindar varias opciones de cuidados.
En esta situación los que sufren son los ancianos que no consiguen satisfacer sus necesidades, vivir tranquilos y ser atendidos por sus enfermedades. Las familias también son pequeñas víctimas  que hacen todo lo posible para por lo menos conseguir una cama desocupada.
Para conocer los ancianatos que funcionan con Seguro Social ingresa a : http://www.ivss.gov.ve/
Para conocer las estadística del censo nacional ingresa:http: http://www.ine.gov.ve/ 
Mayo 16/2012
El punto de vista de Ale

No hay comentarios:

Sitio Oficial

Ladrón de los Recuerdos

Publicidad

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...