El Alzheimer es quizás una de las enfermedades más crueles que existen. Cuando una persona la padece, todo su entorno la sufre. La familia entera padece este mal desde el comienzo. Y además es una enfermedad larga.
Todo cambia, y aceptar estos cambios supone uno de los procesos más difíciles de la propia existencia. Asumir que tu ser querido jamás volverá a ser el que fue, que va perdiendo poco a poco su identidad, su esencia y que se va olvidando de todo, es una tarea difícil.
Afortunadamente, hoy en día, existen herramientas para sobrellevar estas difíciles etapas. La FORMACIÓN es la principal, ya que da armas útiles y efectivas para que el cuidado de nuestro familiar sea más fácil. Curiosamente, aunque es la herramienta más eficaz es a la que menos importancia se le da y la que menos usamos. Cuando estamos inmersos en esa dinámica, en lo que menos pensamos es en formarnos, incluso nos parece una tontería cuando nos lo proponen. Pero debemos pensar que la mejor manera de combatir un problema es conocerlo, y la mejor manera para conocer el Alzheimer es a través de los cursos de formación. Es importante que nos concienciemos de la utilidad de estar preparado y de conocer las diferentes situaciones a las que nos vamos a tener que enfrentar antes de que sucedan.
LEY DE LA DEPENDENCIA abre un nuevo abanico de posibilidades en cuanto a los recursos a los que acceder
Otras herramientas a tener en cuenta son los recursos que tenemos a nuestro alcance y que muchas veces no usamos. LOS TALLERES DE ESTIMULACIÓN son efectivos tanto para el respiro familiar como para retrasar el avance de la enfermedad. Está científicamente demostrado que las personas que reciben este tipo de terapias consiguen enlentecer el avance de la enfermedad en la mayoría de los casos, mejoran su autoestima y su sensación de salud. Todos estos son suficientes motivos para que nuestro familiar reciba la terapia. Sin embargo la mayoría de las personas que padecen Alzheimer en primeras fases no acceden a este tipo de recurso.
Cuando la enfermedad llega a nuestra casa debemos ir pensando en que en algún momento necesitaremos ayuda externa, bien para las tareas domésticas o bien para el cuidado de nuestro familiar. Esta ayuda la podemos obtener por nuestra cuenta o a través de la Ley de Dependencia y los programas de AYUDA A DOMICILIO que prestan distintas entidades: Ayuntamientos, asociaciones, etc.
La FORMACIÓN es la principal, ya que da armas útiles y efectivas para que el cuidado de nuestro familiar sea más fácil
La mencionada LEY DE LA DEPENDENCIA abre un nuevo abanico de posibilidades en cuanto a los recursos a los que acceder, ya que pone a disposición de quien lo solicite y cumpla los requisitos, la posibilidad de cobrar una ayuda económica y cotizar a la seguridad social. Es importante que la ayuda que vamos a recibir sea para mejorar nuestra calidad de vida, y no para ingresarla en el banco para ahorrarla o añadirla a los gastos de la casa. Es fundamental que invirtamos en nuestra calidad de vida como cuidadores y en la calidad de vida del enfermo, para hacer que este largo y difícil camino sea lo más digno posible.
No debemos olvidar que el cuidado de las personas que padecen Alzheimer es una responsabilidad social que todos debemos asumir, pero es obligación de la familia velar por ese cuidado, bien sea en su propio entorno o a través del uso de otros recursos como pueden ser LAS RESIDENCIAS
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